«La cara dura del ‘emérito’» (por Luis Peñalosa)

Bueno, en realidad, más que cara dura, habría que hablar de osadía. Es asombroso que el personaje español que más ha defraudado, y no me refiero solo a Hacienda, porque en eso habrá seguramente quien le supere, sino a sus numerosos fans (románticos “juan carlistas”), se atreva a poner una querella a uno de los millones de ciudadanos que han condenado públicamente sus tropelías.
Nunca me pareció una persona que destacase por sus cualidades intelectuales (luego comprobamos que tampoco éticas), pero esta iniciativa me hace pensar que el calor de los Emiratos le ha acabado trastornando. Ni a los exaltados de Manos Limpias se les ocurriría presentar una denuncia semejante… No sé de quién habrá sido la ocurrencia, pero es llamativo que la representación del Emérito la ostente la misma letrada que defiende al novio de la virreina de Madrid por sus presuntos delitos fiscales y falsedades diversas.
Al insigne cántabro Revilla le ha dado un disgusto de muerte, aunque yo pienso que no sera por los 50.000 euracos que le reclama (que, al fin y al cabo, en esta ocasión, no irían al bolsillo de Corina o Bárbara Rey, sino a Cáritas, todo un detalle) porque, a pesar de lo que vemos salir de algunos juzgados , no creo que llegue a tener que desembolsarlos. La verdad es que, para pagar el honor ofendido del Emérito, me parece excesivo: debería salirle a devolver. Y en cuanto a sentirse defraudado por un amigo, consuélese pensando en la reina Sofía
Sinceramente, a mi todo lo referente al Emérito me resulta cómico (como de la escopeta nacional) sino fuera porque me siento estafado por sus manejos fiscales y porque tengo que soportar que su nombre presida una de las principales avenidas de nuestra ciudad. De igual manera que el Rey, de forma ejemplar, retiro el título de duquesa de Palma a su hermana Cristina por haber sido imputada por delitos fiscales junto a su marido, el Ayuntamiento de Segovia debería retirar la denominación de Juan Carlos I a la vía que lleva este nombre, por respeto a los segovianos.
Estoy harto de escuchar que Juan Carlos de Borbon fue el artífice de la transición a la Democracia en nuestro país cuando no fue más que una pieza impuesta por la derecha económica y el ejército para retrotraernos a una monarquía, aunque se consiguiera que al menos fuera parlamentaria. Lo único que hay que reconocerle, como decisión personal, es que firmara el contrato de Rey, para permitirnos salir del atolladero dictatorial en que nos encontrábamos. Aunque él ya debía de tener muy claro cómo pensaba cumplirlo para compensar su sacrificio por la patria.
Ya es hora de que se le exijan responsabilidades por sus tropelías no amparadas por la impunidad del cargo y que al menos se le repruebe socialmente, en lugar de mantener las distinciones que se le otorgaron cuando aún no se conocía públicamente la utilización bastarda de su título. Lo deseable sería que prosperase la querella presentada ante el Tribunal Supremo, el pasado año, por un grupo de destacados juristas e intelectuales que le acusan de cinco delitos fiscales y que actualmente se encuentra en manos del juez Marchena.
Y mientras tanto, el juez Peinado sigue perdiendo el tiempo intentando, con su instrucción prospectiva, encontrar algún resquicio con el que mantener el foco sobre la mujer del presidente Sánchez y haciendo el juego a un patético Feijóo falto de argumentos políticos en su cruzada antisanchista que no sabe como volver a subirse los pantalones, tras la espectacular bajada ante VOX en Valencia. El que sí que parece que va a conseguir salvar el sueldo de expresidente es el putrefacto Mazón, que ha conseguido pasar el muerto a su consejera Lastra y alargar lo suficiente su vergonzante permanencia al frente de la Comunitat, desde las catacumbas.
Y puestos a mejorar nuestro medio ambiente histórico, se podía haber llegado a un acuerdo más digno, para las víctimas del franquismo, que el anunciado con la Santa Sede sobre la llamada resignificación del Valle de los Caídos que, como gran logro, se denominara Cuelga muros y continuara manteniendo a una comunidad religiosa en su seno. Cierto que la Iglesia Católica tuvo un papel fundamental en el golpe de Estado de 1936 y en la sangrienta represión franquista posterior, y eso deberá de quedar patente en el memorial que pueda instalarse en aquel lugar. Pero ya va siendo hora de que desaparezca como protagonista de la reconciliación y la concordia entre los españoles. Eso sólo corresponde a los que realmente han luchado por conseguirlas, no con hipócritas golpes de pecho sino con trabajo y autentico sacrificio y que, me temo, tendrán que continuar haciéndolo, porque la ultra derecha y el nacional-catolicismo no tesan en este país que de aconfesional tiene mas bien poco: con la Iglesia seguimos topando…
