Opinión

Los prejuicios los carga el diablo (por Luis Peñalosa)

Segovia es una ciudad cargada de prejuicios y de tópicos, y así nos va. La capacidad de análisis de muchos segovianos esta tan condicionada por estos que queda, con frecuencia, muy limitada y nos hace confundir la velocidad con el tocino. Cualquier ocasión es buena para enarbolar banderas ultra religiosas o para inundar la ciudad con los llantos de comerciantes y hosteleros, por las pérdidas económicas que pudieran provocar cualquier decisión municipal, aunque estén pensadas para beneficiarlos.

Yo creo que los segovianos no creyentes, que somos muchos, damos permanentes muestras de respeto y paciencia ante las innumerables muestras de fervor religioso que, con tanta frecuencia, ocupan nuestros espacios y monumentos públicos, como para que el Obispo de la Diócesis, o algunos de sus correligionarios, pretendan hacerse victimas de acoso a sus creencias, como ocurre ahora con motivo de la colocación de un diablillo jocoso, como reclamo turístico, en las proximidades del Acueducto. Se trata de recordar la popular leyenda, tan inconsistente, para mi, como tantas otras que se sustentan en tradiciones religiosas.

Es curioso que en los años 70, la leyenda del acueducto fuera recogida en una divertida película, dirigida por José María Heredero, con guión de Madrigal y que finalmente fue rematada por Miguel Velasco, y que ahora parezca escandalizarse por la colocación de una pequeña imagen del “maligno”, demasiado cerca, a su juicio, de una imagen de la Virgen. ¿No será que no sabe disimular su aversión hacia el actual gobierno municipal?

Esto mismo se trasluce de las manifestaciones de ese grupo de comerciantes que, cogiendo el rábano por las hojas, ve maniobras espurias para peatonalizar radicalmente el recinto amurallado; algo que nadie, que yo sepa, ha planteado nunca. Para colmo, aunque parezca mentira, tampoco parecen tener mucha idea sobre el llamado turismo de “rebaño (con perdón) y selfi”, que puede ser perezoso para otras cosas pero no para retratarse junto a la estatuilla de un cerdo pata negra, o de un poeta al que nunca han leído, o metiendo la cabeza en una muñeca flamenca, o con un romano junto al Alcázar…

Al margen de otras consideraciones, yo, que no creo en el diablo, aun teniendo paradigmas terrenales tan significativos como Donald Trump, o los presidentes de Corea del norte, o de Israel, por ejemplo, pienso que, bien gestionada, su presencia junto al Acueducto podría ser útil para dirigir el turismo por otros itinerarios diferentes de los prioritariamente comerciales y gastronómicos como la calle Real, sin menoscabo de sus negocios (pobrecitos ellos…), ni de otros proyectos verdaderamente importantes para Segovia, a los que siempre aluden algunos, con ocasión de ciertas actuaciones municipales de sencilla y barata ejecución, a las que se empeñan en envolver en un manto ideológico o religioso para acercar el ascua a su sardina.

Luis Peñalosa Izuzquiza